No hay mayor satisfacción que comprarse tus zapatos preferidos, esos combinables con el vestido perfecto. Encontrar el vestido perfecto. No importa que no tengas la más mínima ocasión para usarlo.
Llegar a tu casa, sola, sin nadie y mirar tus zapatos oliendo a nuevos.
Mmm... si todos los días fuesen así, si todos los hombres nos brindaran tal satisfacción ni tendríamos que usar la tarjeta de crédito...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario